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lunes, 12 de mayo de 2014

“El inquisidor”; castillos, aquelarres y romances en el siglo XVI


Patricio Sturlese nos traslada en el tiempo hasta el año 1597. En Génova, el inquisidor general de Liguria, Angelo de Grasso, interroga al brujo veneciano Eros Gianmaria. Busca una confesión a través de terribles tormentos, siguiendo un encargo del Papa Clemente VIII: debe rastrear la última copia del Necronomicón, el libro prohibido más buscado en tierras cristianas.

De Grasso es conocido por su crueldad con los herejes y su obediencia ciega al Santo Oficio de Roma, pero se verá enfrentado a un destino escabroso.

Así arranca “El inquisidor” (Suma de Letras), con la que el autor ofrece un buen relato histórico, en el que se suceden las conspiraciones y en  el que refleja su pasión por los castillos medievales, el período de la Inquisición y la historia eclesiástica.

La historia continúa con la aparición de la joven Raffaella, que da pie a un laberinto de misterios. En la búsqueda de ese libro prohibido y de una secta satánica, se embarcará hacia el nuevo mundo, y allí se topará con lo inesperado: librar una batalla contra la herejía y los enemigos de la Iglesia, contra las tentaciones e incluso contra sí mismo.

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