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sábado, 8 de marzo de 2014

“El héroe discreto”


¡Por fin! Me he reconciliado con Mario Vargas Llosa. Otros libros suyos que había leído no me habían gustado, pero con éste ha conseguido que no lo suelte hasta el final. “El héroe discreto” son dos historias en realidad, que transcurren de manera paralela hasta que se cruzan. Quizás ese sea uno de los motivos de la intriga: saber qué va a ocurrir con cada uno de los protagonistas que, sin conocerse de nada, se ven envueltos en historias parecidas.

El primer protagonista es Felícito Yanaqué, un empresario que es extorsionado pero que no quiere ceder ante el chantaje. El otro es un conocido de los lectores de Vargas Llosa: Rigoberto, al que ya conocimos en “Los cuadernos de don Rigoberto”. Éste último también se ve enredado, sin quererlo, en disputas familiares y peleas por una herencia.

Los capítulos de la novela se van alternando, para relatar la historia de cada uno de ellos, y hacia el final de la novela, sus vidas se acabarán cruzando. En ambas hay secretos, odios disimulados durante años, venganzas, secuestros e investigaciones policiales. Y precisamente, uno de los policías encargados del caso del señor Yanaqué es ni más ni menos que el protagonista de “Lituma en los Andes”, el sargento Lituma.

Tengo que decir que a veces el lenguaje tan típico del Perú (tierra del premio Nobel) hace la lectura un tanto complicada, aunque también es cierto que es entretenido conocer vocablos nuevos. Pero una vez que te sumerges en la historia, no puedes dejarla hasta saber cómo acaban estos dos embrollos.

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