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lunes, 3 de marzo de 2014

“Búscame donde nacen los dragos”


Me había fijado en este libro de Emma Lira hace tiempo, pero he de confesar que no me decidí a comprarlo hasta que lo publicaron en formato bolsillo (ya sabéis: una escritora nueva, que no sé si me va a gustar su estilo…).

Sin embargo, me alegro de haberlo leído, porque la trama es original y se centra en una cultura –la guanche- que no es habitual en las novelas. Además, es también una historia que habla de segundas oportunidades, de nuevos comienzos, de la importancia de dejar atrás el pasado para seguir adelante.

Marina es una joven que huye de Madrid tras romper con su pareja, y se refugia en Tenerife, en la finca Tamadaya, donde cuarenta y cinco años antes se produjo un hallazgo arqueológico. El dueño de la finca se quedó con un cráneo encontrado entonces, y Marina, al verlo, se ve atrapada por la curiosidad de saber quién era esa persona.

Convencida de que se trata de una mujer, empieza a investigar. Con la ayuda de Fernando, un antropólogo de la Universidad de la Laguna, y Nacho, un ingeniero que se encarga de instalar una planta solar en el recinto, descubrirá una trama que incluye tráfico de antigüedades, conexiones con la cultura bereber e intereses económicos.
En ciertos momentos me ha recordado a “El origen perdido” de Matilde Asensi (el hecho de sumergirse en culturas ancestrales), pero me ha gustado el hecho de profundizar en los antepasados de las islas Canarias, una historia poco trillada en las novelas, y siempre se agradece aprender cosas nuevas.

También he de decir que, en ocasiones y especialmente a mitad de la novela, el ritmo se ralentiza un poco, aunque luego la acción vuelve a captar la atención del lector. La trama está bien articulada y documentada, y nos descubre una parte de nuestra historia (el origen, la cultura ancestral y la conquista de las islas por parte de los peninsulares) un poco olvidada.

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